A veces creemos que mudarnos de país y cambiar de idioma nos cambia automáticamente. Mi experiencia me mostró otra cosa. El contexto ayuda, pero la identidad se construye de adentro hacia afuera. Tiene capas. Tu autoimagen, la narrativa que creás, tus hábitos y acciones, tu forma de ser y de estar en el mundo. Eso es lo que define cuán profundo puede ser el cambio cuando elegís otro idioma y otro país.
En las últimas semanas, volví a ver algo que aparece una y otra vez en mi trabajo: el coaching de acento más transformador no tiene que ver solamente con sonidos. Si no hay un movimiento a nivel del ser, la práctica fonética se vuelve actuación. Las personas que desean un cambio real y me consultan por coaching de acento casi siempre ya empezaron ese trabajo interno. Y necesitan acompañamiento para alinear lo que piensan, sienten y hacen con lo que se escucha y con lo que se ve.
Te comparto un modelo que describo en el episodio 105 de mi pódcast, “Poder aprender”. Se trata del modelo IVA: Identidad, Voz, Acciones. La identidad marca el guion interno, ese “quién sos acá” que podés sostener sin esfuerzo. La voz lo vuelve audible: ritmo, entonación, registro, voseo consistente. Las acciones lo hacen visible: cuerpo, mirada, iniciativa, la mezcla de firmeza y relajación que se siente natural en nuestro entorno rioplatense. Cuando estas capas se alinean, dejás de actuar, empezás a habitar el idioma.
Esto también lo vi en mí mismo. En 2020 recibí coaching de acento americano. La verdad es que ese no fue el inicio del cambio, fue el momento de darle sostén externo a algo que venía cocinándose desde hacía años. Yo ya me identificaba internamente con el inglés y con la cultura estadounidense, a través del desarrollo personal, los negocios online, libros y contenidos, blogs, manuales y libros de técnica, la música que escuchaba. Esa base interna me permitió trabajar el sonido sin sentir que estaba interpretando un personaje. Fue de adentro para afuera.
Te cuento un ejemplo de un cliente. Él vive en Argentina desde hace más de una década. Tiene todos los papeles como corresponde, incluyendo cada vez más cosas argentinas que lo acercan a los nativos. Vive acá, tiene sus cosas, sus amigos, sus intereses, todo acá. Y aun así, nota que su experiencia interna no termina de verse ni oírse en su español. No se termina de exteriorizar. Quiere que su acento rioplatense no desentone con el promedio local. Con él ya estamos trabajando sobre la V (Voz) porque hay un trabajo profundo que él empezó —y que vamos a continuar— a nivel de su identidad.
Cuando un extranjero busca desarrollar su nueva identidad en otro país, hay señales que lo delatan. Un ritmo demasiado parejo y fijo, cierre de frases que no son típicos, mezcla de voseo y tuteo, registros del lenguaje que van y vienen. O, del lado visible, rigidez corporal, poca entrada en confianza, saludos que no leen el código social del momento. Nada de esto es juicio, es información. Y Buenos Aires es amplio, variado, no hay una sola forma de “ser de acá”. Aun así, está bueno mirar las capas, lo que se ve primero, lo que se escucha después, y lo que finalmente se siente en la interacción.
Si hoy te estás enfocando solo en la parte técnica, todo bien. Sin duda que eso forma parte y te puede ayudar. Lo que sí, no te olvides de lo esencial: lo de adentro. Recrear tu identidad en otro idioma no es cambiar un par de sonidos, es reordenar el sistema completo. La autoimagen marca el guion, el ritmo y la entonación lo interpretan, el cuerpo con sus marcadores sociales lo vuelve creíble. Cuando eso coincide, el entorno deja de verte desde afuera como alguien externo y empieza a reconocerte desde adentro. Y, más allá de lo que perciban los demás, aparece la satisfacción de reconocerte a vos mismo como alguien que eligió transformarse.
Para que lo bajes a tierra esta semana, te propongo tres prácticas simples:
- Observá tu Autoimagen. Elegí un contexto real, una charla en el trabajo, una salida con amigos. Escribí en tres líneas quién decidís ser ahí, con cualidades claras. Por ejemplo, seguro, relajado, directo. Leé ese guion en voz alta antes de la situación y apenas termina.
- Practicá con tu Voz con una frase ancla. Tomá una expresión frecuente, por ejemplo, “no te puedo creer”. Practicá elongar una vocal típica sin cambiar demasiado la entonación, probá cierres más planos (sin tanto “firulete” melódico), grabate 30 segundos, escuchá y repetí.
- Llevá adelante Acciones visibles e intencionales. En tu próximo saludo, usá el código local del contexto, beso, abrazo, mano, según corresponda, y sostené la mirada un poco más (aunque te resulte incómodo). Observá qué cambia en la interacción cuando tu cuerpo acompaña a tu voz.
El punto de inflexión no siempre es un hito grande. A veces es una charla casual con un taxista o una tarde escuchando a alguien hablar sin esfuerzo. De golpe, dejás de estudiar español y empezás a vivir en español. Cambia tu postura interna. Te ubicás en otro lugar. Tu atención se mueve de cómo te escuchan a cómo te sentís vos al expresarte. Ahí entendés que valió la pena.